Cocinar con nuestros hijos es una experiencia gratificante. Además, representa una ocasión perfecta para pasar tiempo junto a ellos. Ahora que terminan las clases, qué mejor que dejar que nuestros pequeños ayudantes se pongan el delantal. La chef naturista Catalina Sánchez Ducca -propietaria de Cocinarte Estudio, donde da clases para grandes y chicos- nos propone un riquísimo helado de banana y cacao.
La única advertencia es que se utilicen, preferentemente, moldes chatos en vez de verticales, para que resulte sencillo introducir un corazón de dulce de leche. ¿Los ingredientes? Banana madura; un pote de yogurth natural; dulce de leche y cacao puro (sin leche y sin azúcar). Para endulzar, se puede usar azúcar mascabo, stevia o miel. Se licúa todo y en caso de que se requiera líquido, para que se deslice adentro del aparato, se puede acudir a un poco de leche vegetal, de leche de vaca o de agua. Finalmente, se pasa la mezcla a los moldes individuales, se introduce en el centro una cucharita de dulce de leche y se lleva al frezzer.
Esta receta está pensada para que los chicos, una vez que la aprenda, puedan realizarla solos o con sus amigos. "Apunta a que lleguen a ser relativamente autónomos en la cocina", dice Sánchez Ducca.
Ideas para la casa
Como papá, profesor de educación física y propietario de una colonia de vacaciones, Maximiliano Blanco les recomienda a los adultos que compren hilos encerados; canutillos; fideos con agujeros; lentejuelas; maquillaje artístico; etcétera. "Con esos elementos, los chicos pueden desarrollar su motricidad fina y su creatividad y bajar los niveles de ansiedad propios del hecho de quedarse en casa", explica.
Con respecto a los juegos físicos, el profesional reivindica los clásicos, como las escondidas, la mancha o el quemado.
En tercer término sorprende con tareas hogareñas. ¿Quién diría que eso puede ser divertido? Pero sí: "una alternativa es la jardinería; a ellos les encanta experimentar con la tierra. Además de entretenerlos, los relaja. Otra opción es lavar el auto.
Juegos de mesa
Mariana Gray -una de las propietarias de la tienda de juguetes Ula Ula- enseña que a partir de los tres años los chicos pueden iniciarse en los juegos de mesa. "Recomendamos juegos sencillos, con instrucciones fáciles, que sean por turnos para que cada participante tenga su tiempo para desarrollar la actividad", detalla.
A partir de los cinco años, aconseja buscar juegos más complejos (de asociación; con números; con colores; colaborativos o competitivos; de velocidad visual y hasta de deducciones lógicas, describe). Como ejemplos, nombra los siguientes: Enredados; ¿Lo ves?; Buscadores de Dinosaurios; Buscadores de Unicornios y El Señor Dix.
A partir de los siete años -etapa en la que los niños cuentan con un mejor afianzamiento de la lectoescritura, observa Gray- es posible que jueguen tranquilamente al Pictionary. También la motricidad fina ha adquirido en estos momentos otro nivel de complejidad, lo que les permite jugar a un jenga cromático.
Desde los nueve años, rescata los juegos de ciencias, de química, de electrónica, entre otros. Finalmente, para los chicos de 11 años en adelante, sugiere divertimentos para aplicar la estrategia o la lógica; que impliquen armado de equipos o que tengan que ver con diálogos.
Bicicleteadas
Sergio Salica, instructor de mountain bike, considera que el Bike Park, muy concurrido por los chicos de Yerba Buena, es ideal para todas las edades, porque cuenta con diferentes niveles de dificultades. "Es un circuito tranquilo y apto para todo público", valora el experto. Se encuentra en el camino entre las dos rotondas.
Caminatas
La Cascada del Río Noque, en San Javier, supone una experiencia de paz (para los grandes) y de diversión (para los niños). A lo largo de todo el recorrido, el caminante bordea un sinuoso y ruidoso río de montaña que culmina en una caída de agua de unos ocho metros de altura. Se trata de uno de los destinos más convocantes de los cerros tucumanos.
Debido a que la cascada se encuentra dentro del Parque Sierra de San Javier, propiedad de la Universidad Nacional de Tucumán, resulta frecuente la presencia de guardaparques universitarios en la zona, especialmente en el acceso, donde se cobra una entrada general. Se recomienda llevar repelente para insectos, agua para hidratarse, algún refrigerio y zapatillas de trekking. La dificultad es baja y se recorren entre 500 y 600 metros.